El investigador independiente

 

Govert Westerveld nació en el pueblo de Monnickendam (Holanda) en 1947. La investigación siempre le ha gustado. No solamente en el juego de las damas para hallar nuevas aperturas y estrategias, sino también en la vida profesional y en la literatura. Es un innovador y a veces la desesperación de los químicos y catedráticos de la literatura por querer entrar en caminos totalmente distintos a los normales. Pero esto es necesario, puesto que los hallazgos no se descubren con los trabajos cotidianos, sino haciendo las cosas de un modo diferente. El juego de damas le dotó de una gran visión de futuro y mucha intuición de las cosas.

El comienzo de Westerveld en España empezó mal en 1975, puesto que la empresa donde estaba trabajando quebró pronto. En otras palabras, después de 3 años de trabajo tuvo que comenzar de nuevo a finales de 1977. Tras varios meses en el paro comenzó en 1978 con una nueva empresa. Tuvo la suerte de estar durante todos estos años entre catedráticos destacados de la investigación (dos ex-rectores de la Universidad) y de esta forma también sabe que hay pocos buenos investigadores en este país. En su trabajo estuvo a cargo de la exportación y era el responsable del estudio de nuevos productos para su fabricación en la empresa Zoster S.A. de Zeneta. Entre todos se hizo un buen trabajo, puesto que en cuestión de 11 años se pudieron fabricar muchos nuevos extractos naturales, algunos de los cuales eran líderes mundiales. Lo malo para Westerveld era que una multinacional se había fijado en Zoster S.A. Desgraciadamente la gran mayoría de los accionistas quisieron vender la empresa y así acabó en la calle otra vez en 1989 con la prohibición de hacer la competencia durante ocho años. La operación de venta fue buena, puesto que en cuestión de 11 años se revalorizó la empresa veinte veces más. De esta forma estuvo Westerveld en el paro por segunda vez hasta que montó su propia empresa de consulting internacional. En cambio, los químicos se quedaron en la empresa, ahora en manos de la multinacional.

Tuvo que comenzar de nuevo con todo, puesto que no podía hacer la competencia. Fueron años muy duros de aprendizaje como consultor. Lógicamente no perdía el tiempo, montó otras nuevas empresas como consultor para la exportación y estaba esperando simplemente una nueva oportunidad para volver a los extractos naturales. Esta llegó cerca del año 2000. Dos buenos amigos químicos de Zoster - que eran, al igual que él, antiguos accionistas - y Westerveld se unieron para poner en marcha una división de extractos en una firma de productos químicos. El cambio para ellos era bueno, puesto que los dos químicos bajo el mandato de la multinacional no lograron desarrollar sus capacidades y ahora podían demostrar su gran valía y talento. Westerveld, por otro lado, tenía la mente ya llena de ideas a consecuencia de tantos años duros de aprendizaje de nuevos productos. Esta unión de tres expertos, cada uno en su campo, dio sus frutos, puesto que esta firma es ahora también líder mundial de muchos extractos.  En esta empresa también tuvo que firmar hace poco un pacto de no competencia poscontractual. En todos estos años no le han faltado pretendientes extranjeros. A Westerveld le gusta estar entre los mejores del mundo, pero el riesgo de que las multinacionales compren la empresa siempre está presente.  En este tiempo de crisis estas dos empresas siguen su ritmo de venta en el extranjero, y otra empresa, de la cual Westerveld era consultor, duplicó su fábrica y producción en el año 2011. ¡Es decir, en años de crisis! Ya acabada la trayectoria profesional de Westerveld en las empresas en 2012 le queda ahora la literatura.  
 



Alonso Rodríguez Navarro, catedrático de Microbiología en la Universidad Politécnica de Madrid escribió un artículo acertado sobre la investigación en España. A continuación se refleja parte de su escrito del día 21 de junio de 2011 que fue publicado en el periódico "El País":

Nadie discute que la generación de conocimientos es un pilar fundamental en la economía de los países desarrollados. Esta industria, llamémosla así aunque no genere bienes materiales, es tan rentable que bastantes países invierten en ella alrededor del 3% del PIB y hay tendencias al alza. En cambio, muchos países sin tradición científica hacen inversiones más modestas, por ejemplo del 1% del PIB, pero el rendimiento es casi cero. El hecho absurdo de invertir para no ganar y sin enterarse es un problema de medidas que merece una explicación.
La actividad de la industria que genera conocimientos se llama investigación y el producto inmediato de la investigación son los trabajos científicos que se publican en revistas especializadas. El desarrollo de la informática ha hecho muy fácil contar estos trabajos y el número de citas que reciben. El problema es que el progreso científico y el desarrollo de conocimientos no se producen por acumulación de los datos generados por los trabajos que se publican. Muy al contrario, el progreso científico y el desarrollo de conocimientos se deben a hallazgos que ocurren con muy baja frecuencia en relación con la gran cantidad de publicaciones que genera la investigación. Por ello, contar publicaciones o citas para valorar el rendimiento de la investigación es tan fácil como inútil.
Esta idea parece contradictoria con el hecho de que instituciones tan conocidas como la OCDE o la Royal Society utilicen el número de publicaciones o de citas para determinar el nivel científico, pero no lo es desde la perspectiva de los países desarrollados de siempre. En estos países sí es efectivo contar trabajos o citas porque sus universidades y centros de investigación responden a un modelo común de similar eficiencia y, por eso, el número de hallazgos importantes mantiene proporciones casi iguales en relación al número de publicaciones. Esta situación se demuestra estadísticamente porque el número de premios Nobel en Física, Química y Medicina que obtienen estos países correlaciona con el número de publicaciones y especialmente con el número de citas. Pero esto no es una ley universal y se demuestra con una simple división. Así, en la mayor parte de los países desarrollados, Francia, Alemania, Reino Unido, Suiza, Japón, etcétera, por cada 250.000 trabajos publicados se consigue un premio Nobel; pero en EE UU solo hacen falta 85.000; en las instituciones de élite de EE UU, 12.000; y en Italia, quizás más de 700.000. En los países de escaso nivel de desarrollo científico y con muchos trabajos publicados, como España, Brasil o Polonia, el cálculo no puede hacerse porque no han tenido premios Nobel en ciencias en los últimos 100 años, pero cabe pensar que su eficiencia es mucho menor que la de Italia.
En este punto cabría preguntarse si hay alguna forma fácil de medir la capacidad real de producir desarrollo científico y tecnológico sin recurrir a los premios Nobel y la contestación es afirmativa: en tecnología por los retornos económicos producidos por licencias y ventas de patentes, y en ciencia por los trabajos altamente citados. Lo primero es evidente, lo segundo no tanto, aunque se basa en el dato estadístico incuestionable de que los trabajos que publican descubrimientos importantes son muy citados, con muy pocas excepciones que no afectan a la ley general. Actualmente, estas medidas son fáciles de hacer y en España el nivel científico es tan bajo que no se puede cuantificar con los indicadores formulados para los países desarrollados, incluyendo Italia. Entre las universidades españolas, solo la de Barcelona y la Autónoma de Barcelona pueden medirse con estos indicadores y son, respectivamente, 18 y 36 veces menos productivas que la Universidad de Oxford; y 5 y 10 veces menos que la de Milán. Estos datos revelan que nuestra baja capacidad de desarrollar conocimientos es un problema mucho más grave que la, tantas veces citada, mala posición de las universidades españolas en las tablas de clasificación internacional, porque lo que nos dicen es que nuestras universidades quedan fuera de circuito en el desarrollo de conocimientos.

Antonio Ruiz de Elvira, catedrático de Física Aplicada de la Universidad de Alcalá de Henares  deja también clara el 8 de junio de 2012 en el blog del Mundo la mediocridad en la Universidad española. Se refleja aquí parte de su artículo donde observa que se suele aplastar cualquier iniciativa innovadora en la Universidad de España:

De la historia del conocimiento se aprende que el descubrimiento de nuevas soluciones no depende del número de estudiantes que las buscan. Casi al revés: Cuando el número es alto, se suelen encontrar desarrollos de soluciones antiguas,  y se suele aplastar cualquier iniciativa innovadora. Cuando el empleo depende del número de artículos publicados, es aconsejable elegir como tema de investigación algo ya casi hecho, mejor que embarcarse en la aventura sin garantías de buscar lo ignoto. Rinde buscar la mediocridad para garantizar una posición en la segunda división, en vez de buscar ganar la copa de Europa.

El artículo de este catedrático tuvo dos contestaciones amargas por parte de Francisco Gijón, pero es una demostración de la impotencia sufrida por un buen estudiante.

Francisco Gijón el 10 de junio en el blog del Mundo dice lo siguiente: (primer mensaje)
Les comento mi situación: me licencié en física hace ya 10 años y desde entonces trabajo en el sector de la automoción, hace 5 años decidí lanzarme al doctorado mientras trabajaba, pero en vez de física en Ing. electrónica? Lo primero que me sorprendió es que todo valía con tal de tener un nuevo doctorando. Me pude matricular en mayo y el 60% de las asignaturas del curso de doctorado me pusieron la nota de las asignaturas que pude cursar en realidad. Luego presento el DEA y descubro que todo el mundo saca sobresaliente, fuese como fuese la presentación. Y a lo que voy, tengo una línea de investigación en la que intentamos solucionar un problema concreto de la industria "de verdad" pero no puedo afrontar lo que creo que sería la solución ¿Por qué? Por que antes tengo que desarrollar otras soluciones que sé que serán menos eficaces e ir publicándolas y "hacer curriculum". Las publicaciones del grupo son resultados de aplicar técnicas ya desarrolladas a problemas concretos. No sé, si haces esto en tu tiempo libre después de trabajar todo el día con problemas reales de la industria y ves como se desperdician recursos en la universidad publicando soluciones triviales (en el sentido de mecánicas no de sencillas)... Estoy muy desmotivado. Como han dicho antes, lo único que te anima es tener un título más.

Francisco Gijón el 10 de junio en el blog del Mundo dice lo siguiente: (segundo mensaje)
Antes de marcharme de España a trabajar en una universidad de verdad pude ver y saber muchas cosas que resumo en 10 puntos: 1) Endogamia a raudales; 2) Mediocridad, calientasillas y perros del hortelano; 3) Mafias, profesores que se llevaban dinero extra a sus bolsillos con chanchullos completamente ilegales; 4) Sexo entre profesores y estudiantes de carrera o doctorado, y no precisamente por amor; 5) Esclavitud de muchos doctorados, tratados como perros, a los que se les roban los datos y no son incluidos en las publicaciones, personas que recibían el pago del dinero de la beca de la mano de su director; 6) Estafas a estudiantes de carrera y de doctorado, tanto a nivel académico como a nivel personal y económico; 7) Estudiantes buenos que tuvieron que irse desesperados, humillados y estafados, que nunca consiguieron un doctorado a pesar de ser trabajadores, mientras los hijos de papá lo sacaban gratis; 8) Robos, tanto de propiedad intelectual, como material; 9) Falsificación de datos en publicaciones; 10) Intimidaciones, coacciones y amenazas a estudiantes o personal por parte de personas de mayor rango o de otros con padrino poderoso. Quienes tenían poder para denunciar esto, no hicieron nunca nada de nada: "Hoy te tapo a ti, mañana tu a mí." Viendo esto, acabé como pude mi doctorado y me fui de España. Ahora estoy fijo en el extranjero, con buen sueldo y con un buen equipo. Y de verdad, la crisis, los recortes y la destrucción de la paupérrima "ciencia" que de hace en España no me da ninguna lástima, ni lo que va a venir porque todos se lo han ganado a pulso, A veces hasta me agrada.

Otro ejemplo que explica claramente la situación de España es una comunicación en el periódico El Mundo del día 29 de marzo de 2012. Se trata del caso de Susana Frases, una investigadora dolida con la situación de su profesión en España. Para esta alicantina de 35 años, dedicarse a sus dos grandes pasiones, la investigación y a la docencia, supuso dejar atrás a familia, amigos y país para labrarse un porvenir en el extranjero.

"El apoyo a la investigación en España por parte de los gobiernos, del color que sean, es nulo. No hay ayudas, no hay visión de futuro y cada año que pasa hay más recortes. Las investigaciones llevan su tiempo y el dinero que se invierta en ellas termina volviendo con creces a la sociedad si se sabe aprovechar, pero esto en España parece que no interesa. Sin embargo, en países que a la ligera calificamos de tercermundistas, como es el caso de Brasil, ven esto con más claridad que España".

La experiencia profesional  de Westerveld también le abrió los ojos. Ha sido testigo en todos estos años de cómo el Estado gasta dinero en proyectos de nuevos productos simplemente porque estos proyectos estaban respaldados por la Universidad. Sin embargo, estos nuevos productos no servían para nada; ha observado dos grandes problemas. Primeramente la Universidad no está al tanto internacionalmente hablando del precio del coste y de la calidad. En segundo lugar no conocen bien los mercados de venta. Por otro lado hay 17 comunidades autónomas, por lo cual en más de una ocasión se había repetido la misma investigación. Pagar dos o tres veces por la misma investigación es un derroche de dinero, pero está pasando.

Esto con respecto al campo profesional en que se ha movido Westerveld, y volviendo al campo literario, su opinión es similar. Mientras se ve a la Universidad usando el nombre de "Luis de Lucena" para el libro de ajedrez impreso en Salamanca (1497) cree él que algo va mal en la Universidad. Los unos siguen copiando a los otros sin propia investigación. En dicho libro de 1497 es imposible hallar este nombre, puesto que solo pone como autor "Lucena".  

Una vez habiendo leído Vds. todo esto, comprenderán mejor porqué Westerveld es desobediente a la Universidad Española y siempre quería ser un investigador independiente. Como investigador independiente uno puede evitar la burocracia  y no ser víctima de un país que apenas está inventando una infraestructura para impulsar la innovación, la ciencia y la tecnología.  

Qué se sepa hay  al menos 5 estudiantes que usan los  libros de Westerveld para preparar su tesis doctoral, uno de los cuales es de Francia.

Universidad de Paris            - Biografía de Doña Blanca de Borbón -   Françoise Barthès
Universidad de Salamanca    - Isabel la Católica, la nueva dama poderosa
Universidad de Murcia          - Blanca, "El Ricote" de Don Quijote.
Universidad de Barcelona     - De Vita Felici o Diálogo sobre la vida feliz, de Juan de Lucena: Edición crítica - Jerónimo Miguel Briongos
Universidad de Complutense - Los tres autores de La Celestina: El judeoconverso Juan Ramírez de Lucena, sus hijos Fernando de Rojas (Lucena) y Juan del Encina (alias Lucena, Bartolomé Torres Naharro y Francisco Delicado). Álvaro Bustos Tauler - Tésis  Doctoral sobre Juan del Encina.